Emmanuel volteó hacia Macarena, que le sonrió. No era la gélida esposa, sino que estaba radiante como un campo de flores. Al contemplar la imponente figura de Emmanuel, Jonás no pudo evitar envidiarlo cuando miró a su esposa. Emmanuel volteó entonces hacia Jonás, ofreciéndole palabras de consuelo.
—El Gran Padrino siempre te ha considerado de la familia, y aún tienes a Susana. Puede que Reina se haya ido, pero todavía hay muchas mujeres que valen la pena perseguir.
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