Isaías se levantó rápido de su asiento, mostrándole a Adán una sonrisa de disculpa.
—Oye, Adán, seamos civilizados, ¿sí? Estamos en una sociedad civilizada y todo. No hay necesidad de violencia, en especial aquí —dijo, tratando de evitar que se repitiera el último incidente que lo había metido en problemas con la ley.
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