Aunque Beatriz no estaba acostumbrada a los negocios formales, entendía la importancia de mantener el decoro entre los empresarios. Por lo tanto, se sorprendió cuando Alegra habló sin rodeos. De repente, la fría voz de Adán intervino:
—Bueno, bueno, si no es la señorita de la Familia Quillen. Qué sorpresa volver a verte. Toda una coincidencia, ¿no?
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