Como era de esperar de un restaurante de primera categoría, el servicio de los platos era de primera clase. En el momento en que los siete individuos posaron sus ojos en la mesa llena de exquisitas delicias, sus ojos se iluminaron y la saliva les goteaba. En especial Amanda. Atacó la comida y las bebidas como si hubiera estado hambrienta durante años, sin importarle su imagen. Incluso Raúl no mostró modales, comiendo de manera desordenada como ella.
El estado de ánimo de Ricardo se vio muy afectado por esto, pero por suerte, había una cantidad abundante de comida y una mesa espaciosa. Marina y Mia no se preocuparon demasiado. ¡Los siete disfrutaron al máximo!
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