Aunque Alejandra tenía un temperamento ardiente, sus habilidades de liderazgo eran excelentes. Los miembros de su equipo eran rápidos y eficientes, su impulso era imparable, tomando rápido el control de la escena.
Los clientes del restaurante estaban tan asustados que no se atrevían a hacer ruido, siguiendo obedientes las órdenes. Al ver que todas las puertas de las habitaciones privadas estaban abiertas excepto la Suite 888, Alejandra frunció el ceño y le preguntó a Leonor:
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