—¿Dónde está su guardaespaldas personal, Señor Quillen? —preguntó el Señor Willy con una media sonrisa al ver que Tiziano regresaba solo a la habitación.
—¡Ja, ja, tenía el estómago revuelto! Por favor, disculpe las molestias, Señor Willy —Tiziano respondió despreocupado y volvió a su asiento.
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