Dominico movió con agilidad las manos en el aire, emitiendo el sonido de algo que rasgaba el campo de batalla.
El corazón de Sara latía con fuerza. El ataque de Dominico era aterrador, tan solo escucharlo le ponía la piel de gallina. Si alguien quedaba herido por ese ataque, todo su cuerpo se estremecería de dolor.
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