Por desgracia, tantas cosas en la vida eran impredecibles. Poco tiempo después, Claudia estaba en la fría cama del hospital y podría no volver a abrir los ojos. A estas alturas, Macarena no tenía enemistad hacia ella y estaba llena de culpa. Por eso decidió hacerse cargo de su puesto en el club de té como un pequeño homenaje a su memoria.
—¿Eh? ¿Qué necesitas? Espera, déjame enviarte los archivos.
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