—¡Qué demonios! ¡Estás loca! ¿Nos destrozaste el auto y ahora quieres irte a comer? ¿Nos tomas a la ligera?
Germán quiso intervenir, pero en cuanto vio la mirada de Eva, retrocedió de inmediato, asustado. Su intención de matar era fuerte. Una sola mirada suya le hizo comprender que era diferente de ellos, que eran gente normal y corriente. ¡Era de verdad capaz de matar!
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