Antes incluso de que el golpe alcanzara a Emmanuel, la fuerza que sintió fue como la de una cuchilla afilada. Sin embargo, fue ajeno a los cambios del oponente y cerró los ojos. Entonces, recordó lo que su veterano comandante le había enseñado durante su entrenamiento en artes marciales en la Región Norte.
«Cuando la velocidad del oponente supere tu capacidad de reconocimiento visual, ¡bloquea tu visión y siéntelo con el corazón!».
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