No fue hasta que llamó a Emmanuel durante mucho tiempo que los sonidos de los movimientos provenían de su entorno. Macarena se detuvo de inmediato, pero con mucha rapidez, frunció el ceño, porque no sonaba como dos personas, y, en definitiva, no como el equipo de rescate.
—Emmanuel, ¿eres tú? —gritó con suavidad.
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