Capítulo 1978 Ninguna razón para protegerla
Silvia ya estaba sonrojada, pero ahora su cara se puso aún más roja. Su orgullo no podía soportarlo. Se mordió el labio y dijo: —No he dicho que me gustes.
—Es mejor que no lo digas. —Obed mantuvo la mirada al frente, sus profundos ojos no revelaban ninguna emoción. Sin embargo, Silvia pudo darse cuenta de que lo que decía era lo que realmente sentía. En otras palabras, había malinterpretado las cosas.
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