Capítulo 1095 Tú serás el regalo
Renata se dirigió al gimnasio. Era una mañana de invierno, aunque se sentía cálida y soleada, lo cual influenciaba grandemente en su estado de ánimo. Se asomó por la ventana del gimnasio y observó a Reinaldo hacer flexiones con sus manos contra el piso y su cuerpo firme. Sus pantalones cortos de entrenamiento dejaban ver sus muslos perfectamente trabajados e incluso podía ver las venas de todo su cuerpo por lo mucho que estaba entrenando.
De pronto, sin razón alguna, se quedó sin aliento y retiró la mirada. Sintió su boca sedienta mientras sus ojos miraban de nuevo, incapaz de dejarlo admirar. Finalmente, se puso de pie y se dirigió a la puerta con una sonrisa.
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