Capítulo 875 Es mi deber
—Ven a mi habitación —le ordenó Rogelio en voz baja para después ser el primero en dirigirse hacia allá, así que Ángela abrió la puerta de su habitación y se apresuró a ir con él, pues daba al parecer que él tenía algo que decirle a juzgar por cómo se veía su rostro. Una vez que ella entró, Rogelio cerró la puerta y la miró directo a los ojos de un modo desconcertante, pero no se tomó la molestia de ir al grano y ella sintió la necesidad de parpadear para aligerar esa tensión tan extraña que se había formado entre ellos.
—Cuando quieras —lo apresuró y se preguntaba qué era lo que estaba esperando.
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