Elías llevó a Anastasia al cuarto de espera. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y cada vez que pensaba en lo que pasaba su padre su corazón afligía. Él la abrazó y limpió sus lágrimas.
—Lo siento —dijo ella mientras ponía su mirada en él—. En verdad no deseo comprometerme en este momento. ¿Podemos posponerlo?
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