Capítulo 426 No puedes obligarme a amarte
Helen, quien estaba en los brazos de Miguel en ese momento, abrió sus ojos de forma repentina. Él de inmediato la colocó sobre el suelo. En ese instante, una empleada se acercó, apurada.
—Señorita Sarabia, ¿por qué está aquí? La busqué por todas partes.
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