Capítulo 402 Deslumbrante hermosura
Anastasia frunció el ceño, pues le parecía extraño que, por un lado, el hombre dijera que no tenía nada por lo que vivir y, por el otro, que le negara el dinero. Aun así, lo más extraño era que alguien tan abatido insistiera en que se apartara de Elías; en sí, no tenía ningún sentido. Al final, la avaricia le ganó al hombre cuando dijo:
—¡De acuerdo, envíame el dinero!
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