Capítulo 109 Libres
Cuando el ruido del combate se concentró en el bergantín, Alma se atrevió a asomarse a la cabina del Espectro. Alonso la llamó para que fuera con él. El español se había sentado en la escalera a medio camino del puente de mando, en la borda opuesta al bergantín, donde podía ver lo que ocurría desde un lugar medianamente reparado. Alma se sentó un peldaño más abajo, notando su mueca de desaliento. Alonso deploraba ver a los piratas atacar a sus compañeros de armas. Y sobre todo deploraba verlos vencer con tanta facilidad, de forma tan aplastante.
Alma no podía evitar sobresaltarse con cada grito y cada disparo. Al terminar la batalla, sus ojos se abrieron como platos cuando Marina trepó a la borda del bergantín pegada al Espectro, sujetándose de las jarcias para exhibir en alto la enseña capturada, las piernas asomando entre las enaguas y la espada al cinto. Los vivas de los filibusteros la hicieron persignarse.
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