Capítulo 77 Para salvar al león
Tal como le ocurriera en incontables ocasiones durante la última semana, Alonso tuvo que sobreponerse a sorpresa tras sorpresa en Tortuga. Esa noche le ofrecieron cenar solo en la biblioteca, para que no se viera obligado a sentarse a la mesa con los piratas que narraban sus andanzas. Y él pudo disponer de un momento de verdadera soledad desde que intentara asesinar a Marina para acabar siendo su huésped.
A cada paso evocaba las palabras de Castillano después de que la muchacha lo liberara, y el me trató a cuerpo de rey se hizo el recuerdo recurrente desde que puso pie en aquella casa. Tomasa le retiró el servicio de la cena, indicándole dónde estaba guardado el licor y dejándole una campanilla para que la llamara si precisaba cualquier cosa. Alonso se sentó con un ejemplar del Quijote en español que mostraba signos de haber sido leído de principio a fin en más de una ocasión. Mas sus ojos se desviaban una y otra vez hacia la ventana, su cabeza llena de interrogantes sobre su situación y sobre el futuro.
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