Capítulo 4 La niña

Lo primero que vio Adrien Wan Claup al salir de la cabina del Soberano con su lugarteniente, fue que media docena de sus hombres habían abandonado sus tareas para reunirse junto a la escala de estribor. Su segundo se adelantaba para llamarlos al orden cuando Wan Claup tuvo un atisbo de los ruedos de una falda entre las piernas de los hombres. En un puerto en el que las mujeres tenían terminantemente prohibido abordar cualquier embarcación, aquella falda podía pertenecer a una sola persona. —Está bien, Charron, es Marina —dijo, sonriendo—. Termina aquí y asegúrate de llevarle su parte al gobernador. —Sí, señor —respondió el hombre entre dientes. Wan Claup se adelantó solo al encuentro del grupo, que en ese momento rompió a reír entre exclamaciones. —¡Te ha batido! —¡Lo lograste, perla! —La próxima vez apostaré por ella, viejo lobo. Un muchacho rubio y fornido de unos veinte años miró por sobre su hombro, vio que Wan Claup se acercaba y retrocedió sonriendo. Tras él, un marinero cuarentón, la cara cruzada por una antigua cicatriz, sostenía en sus manos curtidas dos cabos ligados en complejos nudos, comparándolos de cerca. —Tal parece que la embajada de bienvenida llegó temprano, capitán —dijo el muchacho rubio. —Y no ha tenido paciencia para esperar en tierra —asintió Wan Claup, sonriendo también. Otro marinero cuarentón giró hacia él. —¡La pequeña perla ha vencido a Maxó! El tal Maxó hizo a un lado los cabos refunfuñando y rebuscó dentro de su casaca. Wan Claup se unió al grupo mientras todos los marineros depositaban una moneda en la palma extendida de la niña parada en medio de ellos con sonrisa triunfal. Wan Claup ahogó un suspiro. De regreso tras tres meses en el mar, podía apreciar cuánto había crecido Marina en el último año. No sólo en estatura. A los doce años, la pubertad comenzaba a insinuarse de una forma que su vestido infantil ya no lograba disimular. En dos o tres años sería una belleza deslumbrante que ningún hombre podría ignorar. Y para entonces, Tortuga era el último lugar donde Wan Claup quería saberla. Bien, con excepción de Port Royal. Tampoco hubiera querido que su sobrina se acercara siquiera a la Nueva Babilonia. La niña lo vio y olvidó todo para tenderle los brazos. —¡Tío! —exclamó alegremente. Wan Claup la estrechó un momento y se volvió hacia el muchacho. —Te robaré a Maxó y De Neill, Morris —dijo. —Por supuesto, señor. —El muchacho señaló a los dos cuarentones—. Llevad al capitán y a la perla a tierra y regresad de inmediato. —No es necesario, caballeros —intervino la niña, y rió al ver las expresiones de sorpresa a su alrededor—. No creeréis que he llegado volando, ¿verdad? Se volvió hacia la borda y los hombres se asomaron, descubriendo el pequeño esquife que se mecía junto al casco del Soberano, donde dos muchachitos aguardaban apoyados en los remos. Marina agitó el puño con las monedas que acababa de ganar y le guiñó un ojo a Maxó. —Ahora tengo con qué pagarles —terció—. Gracias, viejo lobo. El marinero bufó mientras los demás reían. —Vamos, pues —suspiró Wan Claup. Precedió a la niña escala abajo, intentando decidir qué debía preocuparlo más: que su sobrina hiciera nudos náuticos mejor y más rápido que el mismísimo Maxó, que había nacido con un cabo en sus manos, o que lo hubiera hecho por dinero, para pagar un servicio que había obtenido sólo con una promesa y una sonrisa. —Mañana es el aniversario de Morris —dijo Marina mientras los muchachitos bogaban con brío hacia los muelles—. ¿Podemos invitarlo a cenar? Wan Claup no se sorprendió de que la niña recordara el cumpleaños de su contramaestre. El muchacho había sido uno de los tantos huérfanos que dejaba la piratería, y el padre de Marina lo había acogido bajo su techo cuando aún era un niño, hasta que fuera capaz de sostenerse por sí mismo. Morris había visto nacer a Marina, y siempre había sido como un hermano mayor para ella. —Imagino que tras tantas semanas abordo, Morris tendrá sus propios planes para celebrar la ocasión —respondió con acento grave. La niña resopló. —Bien puede cenar con nosotros y salir a divertirse luego. Las tabernas no irán a ningún lado. Wan Claup no disimuló su disgusto al escucharla expresarse de esa forma. Marina bajó la vista avergonzada. —Lo siento —murmuró—. Es que tengo un obsequio para él y querría dárselo en su día. —Le enviaremos recado más tarde. —Wan Claup no pudo evitar una sonrisa al ver cómo se iluminaba el rostro de la niña—. Si acepta, podrás agasajarlo como gustes. —¡Gracias, tío! En 1667, el puerto de Cayona parecía un hormiguero a toda hora. A pesar de ser una colonia francesa, Tortuga recibía gentes de toda Europa, y las conversaciones se cruzaban en una docena de idiomas, incluso español. Wan Claup tomó la mano de la niña y se abrieron paso juntos hacia la calle. Pronto divisaron el discreto carruaje cubierto que aguardaba frente a la proveeduría. —¿Viniste con tu madre? —preguntó Wan Claup sorprendido—. ¿Por qué no esperaste con ella? —Me aburría yendo con ella de tienda en tienda. —Ya veo. Una mujer joven vestida de riguroso luto los saludó con un brazo en alto, de pie junto al carruaje. Igual que Wan Claup, su cabello y sus ojos eran claros, y su piel, pálida como el mármol. Los hombres que pasaban a su lado se tocaban el sombrero para saludarla. —Doña Cecilia —murmuraban con respeto. Ella asentía cada vez con una sonrisa. Nadie la llamaba por su nombre francés desde que desposara al intrépido andaluz, que llegara a Tortuga con afán de convertirse en corsario del Rey Sol. Wan Claup la saludó con un beso en la frente y la ayudó a subir al carruaje. Sentado frente a madre e hija, pensó que a veces resultaba difícil hallar semejanzas entre ellas. Marina le recordaba cada día más a su difunto padre, quien para Wan Claup había sido no sólo su capitán y su cuñado, sino también su gran amigo. De él había heredado la niña sus ojos oscuros y brillantes como carbones y su cabello como ala de cuervo. Wan Claup miró hacia afuera para rehuir la nostalgia. Siempre era bueno regresar a casa. La sal en su sangre se inquietaba cuando pasaba demasiado tiempo lejos del mar, pero no había nada que él disfrutara más que una temporada tranquila con su reducida familia. Sin embargo, le había llevado años adquirir ese gusto. Poco después de la trágica muerte del padre de Marina en Campeche, la esposa de Wan Claup había fallecido dando a luz un niño muerto. Wan Claup se había mudado entonces con su hermana y su sobrina, que aún no contaba su quinto verano. Mas el dolor de las ausencias se tornaba intolerable cuando estaba en tierra. Diríase que sólo el mar lavaba los pesares y aliviaba las pérdidas. De modo que retornaba a puerto únicamente cuando no tenía más alternativa, y volvía a zarpar tan pronto podía. Hasta que un huracán lo sorprendió en mar abierto y estuvo a punto de perder el barco y la vida. Cuando logró regresar a Tortuga, Lombard, el dueño del astillero, le echó un vistazo al Soberano y aconsejó a Wan Claup que se procurara un barco nuevo, porque le resultaría más rápido y barato que reparar esos despojos. Pero él se negó rotundamente a desprenderse del Soberano, y encargó a Lombard que lo restaurara a nuevo, sin importar cuánto tiempo o dinero demandara. Y fue durante esos meses, forzado a permanecer en tierra, que redescubrió los pequeños placeres cotidianos de la vida familiar. Su hermana menor se había convertido en una mujer sabia y compañera, en quien halló una amiga comprensiva. Y la pequeña Marina recibió todo el afecto que él había creído que no volvería a hallar destinatario luego de la muerte de su hijo. La niña lo adoraba, y pasaba con él cada minuto que podía. Bien pronto, Wan Claup había ocupado el vacío que dejara su padre, de quien todos hablaban con reverencia, pero que ella era demasiado pequeña para recordar.
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Índice
Capítulo 1 La revuelta Capítulo 2 El fantasma Capítulo 3 El fin Capítulo 4 La niña Capítulo 5 El secreto Capítulo 6 Opiniones encontradas Capítulo 7 Decisión final Capítulo 8 Una lección de esgrima Capítulo 9 Vestigios del pasado Capítulo 10 En otra noche de tormenta Capítulo 11 Una idea controvertida Capítulo 12 Cambios Capítulo 13 Un sueño hecho realidad Capítulo 14 El llamado del mar Capítulo 15 Sal en la sangre Capítulo 16 Despojos a la deriva Capítulo 17 Una amenaza en el horizonte appCapítulo 18 Un plan arriesgado appCapítulo 19 Primera sangre appCapítulo 20 Wan claup appCapítulo 21 El corazón del mar appCapítulo 22 Revelación appCapítulo 23 En medio de la noche appCapítulo 24 Pasado y futuro appCapítulo 25 Nuevo rumbo appCapítulo 26 Los primeros pasos appCapítulo 27 Prueba de fuego appCapítulo 28 Historias de la mar appCapítulo 29 El doña margarita appCapítulo 30 Nuevas de la mar appCapítulo 31 Cambios appCapítulo 32 El lugar de una mujer appCapítulo 33 Una corazonada appCapítulo 34 Al acecho appCapítulo 35 Frente a frente appCapítulo 36 Tempestad appCapítulo 37 Regreso a casa appCapítulo 38 Consecuencias appCapítulo 39 Una promesa de muerte appCapítulo 40 Velas al sud appCapítulo 41 Fragatas en el horizonte appCapítulo 42 El espectro appCapítulo 43 El golfo de honduras appCapítulo 44 Emboscada appCapítulo 45 El abordaje appCapítulo 46 Prisionero appCapítulo 47 A merced del enemigo appCapítulo 48 Una noche eterna appCapítulo 49 El león y la perla appCapítulo 50 El león en libertad appCapítulo 51 Sombras en el mar appCapítulo 52 Un plan desesperado appCapítulo 53 Los hombres del rey appCapítulo 54 El honor del león appCapítulo 55 Un rival para respetar appCapítulo 56 Conocer al enemigo appCapítulo 57 Apariencias engañosas appCapítulo 58 Un último encuentro appCapítulo 59 Maracaibo appCapítulo 60 Una procesión accidentada appCapítulo 61 Atrapados appCapítulo 62 Favor por favor appCapítulo 63 Bienvenida al infierno appCapítulo 64 Ayuda inesperada appCapítulo 65 Un rescate arriesgado appCapítulo 66 Un refugio en la noche appCapítulo 67 La casa de placer appCapítulo 68 Traición appCapítulo 69 La toma de maracaibo appCapítulo 70 Un asesino en las sombras appCapítulo 71 El almirante appCapítulo 72 Miradas appCapítulo 73 Pláticas appCapítulo 74 Un barco para la perla appCapítulo 75 El delator appCapítulo 76 Regreso a tortuga appCapítulo 77 Para salvar al león appCapítulo 78 Los ojos del renegado appCapítulo 79 Planes arriesgados appCapítulo 80 Santo domingo appCapítulo 81 Las torres de san juan appCapítulo 82 El jurado appCapítulo 83 Demora appCapítulo 84 La niña y el león appCapítulo 85 Miedo y orgullo appCapítulo 86 El golfo de campeche appCapítulo 87 Las monjas de campeche appCapítulo 88 Bajo el mismo techo appCapítulo 89 Lejos del mar appCapítulo 90 Bajo el tamarindo appCapítulo 91 Un libro al azar appCapítulo 92 Ecos del pasado appCapítulo 93 Una lucha ajena appCapítulo 94 Después de la tormenta appCapítulo 95 Visitante secreto appCapítulo 96 La verdad sale a la luz appCapítulo 97 Confesión appCapítulo 98 Las noches de campeche appCapítulo 99 Un mensaje appCapítulo 100 Juglares appCapítulo 101 Pases de mano appCapítulo 102 Temores infundados appCapítulo 103 Nuevos peligros appCapítulo 104 En las sombras appCapítulo 105 La última oportunidad appCapítulo 106 Atrapados appCapítulo 107 El chacal appCapítulo 108 Por la perla appCapítulo 109 Libres appCapítulo 110 El cebo appCapítulo 111 La furia de la mar appCapítulo 112 Camino a casa appCapítulo 113 El largo adiós appCapítulo 114 Oficio: pirata appCapítulo 115 Demasiado tarde appCapítulo 116 Caminos separados appCapítulo 117 Regreso a casa appCapítulo 118 Cambio de marea appCapítulo 119 El compromiso appCapítulo 120 Otro compromiso appCapítulo 121 Aires jamaiquinos appCapítulo 122 Una pelea de taberna appCapítulo 123 El joven lord appCapítulo 124 Un pasajero distinguido appCapítulo 125 Juegos de piratas appCapítulo 126 El nuevo león appCapítulo 127 Un beso equivocado appCapítulo 128 Pláticas de medianoche appCapítulo 129 Velas en el horizonte appCapítulo 130 En la estela de la luna appCapítulo 131 Sin una palabra appCapítulo 132 Vivir por ella appCapítulo 133 Mirada al futuro appCapítulo 134 Amores de la mar appCapítulo 135 La perla y el león appCapítulo 136 El león y los perros del mar appCapítulo 137 Promesas de la mar appCapítulo 138 Encuentro fallido appCapítulo 139 El santo vengador appCapítulo 140 Tras los captores appCapítulo 141 El suplicio appCapítulo 142 Una amarga separación appCapítulo 143 Penas de la mar appCapítulo 144 Un rayo de esperanza appCapítulo 145 Sin rumbo appCapítulo 146 Noticias alarmantes appCapítulo 147 En busca de la perla appCapítulo 148 Encuentro en alta mar appCapítulo 149 El lugar del león appCapítulo 150 El corazón de la perla appCapítulo 151 En los brazos de la mar app
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