Capítulo 6 Opiniones encontradas

Cecilia bebió su té sin prisa, esperando que su hermano o su hija rompieran el silencio. Al fin alzó la vista hacia ellos. Al otro lado de la mesa, Marina parecía hundida en su silla, pálida y abatida, los ojos bajos. En la cabecera, Wan Claup actuaba como si desayunara solo, la mirada fija en la ventana al otro lado del comedor. —¿Tendríais a bien explicarme qué ocurre? —preguntó Cecilia con suavidad. Wan Claup se volvió hacia ella como si acabara de percatarse que estaba allí. Su mentón señaló a Marina. —Lo que ocurre es que tu hija se escabulle a encontrarse con muchachos en el granero en medio de la noche. Y por si eso no bastara, también se disfraza de hombre. —Ya veo —asintió Cecilia, tan seria como él, y enfrentó a su hija—. Me alegra que no hayas arruinado tu vestido nuevo. Los pantalones son mejores para practicar esgrima. Pero no sabía que alguien más se reuniría con Morris y contigo. Los otros dos no ocultaron su sorpresa al escucharla. —¿Lo sabías? —la acusó Wan Claup, incrédulo y ofendido por igual. Cecilia le sonrió, sin dejarse amilanar por su ceño adusto. —Ésta es mi casa y Marina es mi hija. Por supuesto que lo sabía. —¡Y lo permitiste! Cecilia sostuvo la mirada de su hermano con un destello de rebeldía en sus ojos claros. Sus labios se separaron como si fuera a hablar, mas se contuvo. Wan Claup miró brevemente a Marina. —Déjanos —ordenó, en un tono que no admitía réplicas. La niña hubiera dado cualquier cosa por quedarse, pero conocía sus límites, y dejó el comedor sin una palabra. Wan Claup aguardó a escuchar el pestillo de la puerta para volver a enfrentar a su hermana. Cecilia demoró un momento más en hablar, procurando hacerlo en un tono amable y sereno. —Tú pasas poco tiempo con nosotras, hermano, y comprendo que aún no puedas verlo. O tal vez no quieres hacerlo, porque no es sencillo lidiar con los cambios del fin de la infancia. Pero Marina no es una niña común. Al fin y al cabo, tiene nuestra sangre y la de Manuel. Semejante mezcla jamás podría concebir una criatura simple y dócil. Marina tiene fuego en el corazón y una imaginación inquisitiva. Necesita mucho más que sus tareas de punto y de cocina. Y puedes estar seguro que no sueña precisamente con desposar a un hombre mayor, y pasar el resto de su vida dándole hijos y fregando sus camisas. Wan Claup la escuchó sin interrumpirla. Cuando Cecilia calló, alzó una sola ceja, como si de pronto hubiera descubierto que su hermana había perdido la razón y no estuviera seguro si convenía provocarla. Cecilia esbozó una sonrisa fugaz. —Vi sus cardenales y remendé su vestido desgarrado después de lo que ocurrió con esos muchachitos, por eso le procuré los pantalones y las botas. No sabía a quién acudiría, aunque imaginé que sería Morris o Laventry. —Suspiró con una mueca apenada—. Creí que las lecciones de Fray Bernard serían distracción suficiente. Al parecer estaba equivocada. —¿Lecciones? —repitió Wan Claup, sospechando lo peor. Cecilia volvió a sonreír, previendo su reacción. —Fray Bernard ha estado enseñándole a leer y escribir desde el año pasado. Wan Claup se retrepó en su silla. —¿Marina sabe leer? —Sí, también aprende español e inglés. Imagino que pronto comenzarán con alemán. Wan Claup movió los labios, incapaz de articular palabra, y Cecilia se permitió reír por lo bajo. —Por favor, hermano. Esto es Tortuga. Cualquier mujer del puerto habla cinco idiomas, ¿por qué no tu sobrina? —¡Porque jamás será una mujerzuela! —logró responder Wan Claup. Cecilia alzó las cejas con una expresión que lo redujo a un silencio ultrajado. —Hablas como si fueras el hijo perdido de una duquesa —terció ella, sin molestarse por suavizar su sarcasmo. —¡Madre no era una prostituta! —Por supuesto que no. Pero no actúes como si hubiera terminado aquí, contigo en brazos, vendida como esposa al viejo Wan Claup y su compañero Fabrice, porque su vida en Nantes era feliz y acomodada. —¿Ahora me darás una lección de historia familiar? —gruñó Wan Claup. —Cada vez que la precises, hermano. No debes olvidar que llevamos el apellido de un hombre que ignoramos si fue mi padre, y que sabemos que no era el tuyo, pero nos crió como si lo fuera. Y que mi destino habría sido una taberna del puerto si Manuel no hubiera pedido mi mano antes que me reclutaran. —¿Y allí es donde quieres que vaya a dar tu hija? Cecilia suavizó su tono y le palmeó la mano suavemente, intentando calmarlo. —No, pero así como el viejo Wan Claup nos enseñó a leer y escribir, y Fabrice siempre se las componía para traernos libros, quiero que Marina tenga la misma oportunidad. Porque mantener su inteligencia en la oscuridad es un verdadero pecado. El problema es que el estudio es demasiado pasivo para su sangre inquieta. Tal vez debería buscar un tutor que le enseñe esgrima, y también a montar. ¿Podrías recomendarme a alguien de confianza? —¡Es una niña, Cécile! —exclamó Wan Claup iracundo—. ¿Caballos? ¿Esgrima? ¡Aun si te permito que sigas echándola a perder, nadie se rebajaría a enseñarle cosas de hombres a una niña! Fue el turno de Cecilia de envararse, ofendida. —¿Echarla a perder? —exclamó, luchando por controlar su enfado. —¡Sí! ¡Echarla a perder! ¿Qué será de ella si sigues consintiéndola? ¿Quién querrá casarse con una mujer que lee, escribe, habla otros idiomas? —A Manuel lo enorgullecía que yo supiera leer. Por algo me pidió que le enseñara, y quiso que yo aprendiera español. Y si en verdad consintiera a Marina como dices, la ayudaría a hacerse pasar por muchacho y enrolarse en cualquier tripulación que la acepte. —¡Suficiente! La mano de Wan Claup golpeó la mesa con tanta brusquedad que hizo temblar la vajilla. Se puso de pie bruscamente y salió del comedor a largos trancos. Marina ayudaba a Colette y Tomasa en la cocina cuando vio pasar a Wan Claup hacia las cuadras, gruñendo y mascullando. Un momento más tarde lo vio salir a caballo, sus facciones aún contraídas de disgusto. La niña dejó lo que estaba haciendo y corrió en busca de su madre. —¡Vi salir a mi tío, se veía tan enfadado! —exclamó angustiada—. ¿Es por lo que hice anoche? Cecilia le sonrió con dulzura. —No, hija, no te preocupes. A los hombres les cuesta recordar que nuestras vidas continúan mientras ellos recorren el mar. La respuesta no tranquilizó a la niña, y Cecilia la llevó a la biblioteca. —Ten —le dijo, dándole un libro—. Fray Bernard quería leerlo. Ahora ve a cambiarte, o llegarás tarde a tus lecciones. —¿Ir a la iglesia? ¿Ahora? ¿No puedo ir por mi tío? Estoy segura que lo encontraré en el astillero. Y podría disculparme con él. —¿No te disculpaste ya? —Sí, por supuesto que sí, anoche. Pero… —Entonces déjalo correr, Marina. —Cecilia le acarició la cabeza, conmovida por su agitación—. Insistir con el tema sólo alimentaría su enfado. Dale oportunidad de serenarse. La niña suspiró con una mueca. —Vamos, hija. Fray Bernard espera.
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Índice
Capítulo 1 La revuelta Capítulo 2 El fantasma Capítulo 3 El fin Capítulo 4 La niña Capítulo 5 El secreto Capítulo 6 Opiniones encontradas Capítulo 7 Decisión final Capítulo 8 Una lección de esgrima Capítulo 9 Vestigios del pasado Capítulo 10 En otra noche de tormenta Capítulo 11 Una idea controvertida Capítulo 12 Cambios Capítulo 13 Un sueño hecho realidad Capítulo 14 El llamado del mar Capítulo 15 Sal en la sangre Capítulo 16 Despojos a la deriva Capítulo 17 Una amenaza en el horizonte appCapítulo 18 Un plan arriesgado appCapítulo 19 Primera sangre appCapítulo 20 Wan claup appCapítulo 21 El corazón del mar appCapítulo 22 Revelación appCapítulo 23 En medio de la noche appCapítulo 24 Pasado y futuro appCapítulo 25 Nuevo rumbo appCapítulo 26 Los primeros pasos appCapítulo 27 Prueba de fuego appCapítulo 28 Historias de la mar appCapítulo 29 El doña margarita appCapítulo 30 Nuevas de la mar appCapítulo 31 Cambios appCapítulo 32 El lugar de una mujer appCapítulo 33 Una corazonada appCapítulo 34 Al acecho appCapítulo 35 Frente a frente appCapítulo 36 Tempestad appCapítulo 37 Regreso a casa appCapítulo 38 Consecuencias appCapítulo 39 Una promesa de muerte appCapítulo 40 Velas al sud appCapítulo 41 Fragatas en el horizonte appCapítulo 42 El espectro appCapítulo 43 El golfo de honduras appCapítulo 44 Emboscada appCapítulo 45 El abordaje appCapítulo 46 Prisionero appCapítulo 47 A merced del enemigo appCapítulo 48 Una noche eterna appCapítulo 49 El león y la perla appCapítulo 50 El león en libertad appCapítulo 51 Sombras en el mar appCapítulo 52 Un plan desesperado appCapítulo 53 Los hombres del rey appCapítulo 54 El honor del león appCapítulo 55 Un rival para respetar appCapítulo 56 Conocer al enemigo appCapítulo 57 Apariencias engañosas appCapítulo 58 Un último encuentro appCapítulo 59 Maracaibo appCapítulo 60 Una procesión accidentada appCapítulo 61 Atrapados appCapítulo 62 Favor por favor appCapítulo 63 Bienvenida al infierno appCapítulo 64 Ayuda inesperada appCapítulo 65 Un rescate arriesgado appCapítulo 66 Un refugio en la noche appCapítulo 67 La casa de placer appCapítulo 68 Traición appCapítulo 69 La toma de maracaibo appCapítulo 70 Un asesino en las sombras appCapítulo 71 El almirante appCapítulo 72 Miradas appCapítulo 73 Pláticas appCapítulo 74 Un barco para la perla appCapítulo 75 El delator appCapítulo 76 Regreso a tortuga appCapítulo 77 Para salvar al león appCapítulo 78 Los ojos del renegado appCapítulo 79 Planes arriesgados appCapítulo 80 Santo domingo appCapítulo 81 Las torres de san juan appCapítulo 82 El jurado appCapítulo 83 Demora appCapítulo 84 La niña y el león appCapítulo 85 Miedo y orgullo appCapítulo 86 El golfo de campeche appCapítulo 87 Las monjas de campeche appCapítulo 88 Bajo el mismo techo appCapítulo 89 Lejos del mar appCapítulo 90 Bajo el tamarindo appCapítulo 91 Un libro al azar appCapítulo 92 Ecos del pasado appCapítulo 93 Una lucha ajena appCapítulo 94 Después de la tormenta appCapítulo 95 Visitante secreto appCapítulo 96 La verdad sale a la luz appCapítulo 97 Confesión appCapítulo 98 Las noches de campeche appCapítulo 99 Un mensaje appCapítulo 100 Juglares appCapítulo 101 Pases de mano appCapítulo 102 Temores infundados appCapítulo 103 Nuevos peligros appCapítulo 104 En las sombras appCapítulo 105 La última oportunidad appCapítulo 106 Atrapados appCapítulo 107 El chacal appCapítulo 108 Por la perla appCapítulo 109 Libres appCapítulo 110 El cebo appCapítulo 111 La furia de la mar appCapítulo 112 Camino a casa appCapítulo 113 El largo adiós appCapítulo 114 Oficio: pirata appCapítulo 115 Demasiado tarde appCapítulo 116 Caminos separados appCapítulo 117 Regreso a casa appCapítulo 118 Cambio de marea appCapítulo 119 El compromiso appCapítulo 120 Otro compromiso appCapítulo 121 Aires jamaiquinos appCapítulo 122 Una pelea de taberna appCapítulo 123 El joven lord appCapítulo 124 Un pasajero distinguido appCapítulo 125 Juegos de piratas appCapítulo 126 El nuevo león appCapítulo 127 Un beso equivocado appCapítulo 128 Pláticas de medianoche appCapítulo 129 Velas en el horizonte appCapítulo 130 En la estela de la luna appCapítulo 131 Sin una palabra appCapítulo 132 Vivir por ella appCapítulo 133 Mirada al futuro appCapítulo 134 Amores de la mar appCapítulo 135 La perla y el león appCapítulo 136 El león y los perros del mar appCapítulo 137 Promesas de la mar appCapítulo 138 Encuentro fallido appCapítulo 139 El santo vengador appCapítulo 140 Tras los captores appCapítulo 141 El suplicio appCapítulo 142 Una amarga separación appCapítulo 143 Penas de la mar appCapítulo 144 Un rayo de esperanza appCapítulo 145 Sin rumbo appCapítulo 146 Noticias alarmantes appCapítulo 147 En busca de la perla appCapítulo 148 Encuentro en alta mar appCapítulo 149 El lugar del león appCapítulo 150 El corazón de la perla appCapítulo 151 En los brazos de la mar app
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