Capítulo 143 Penas de la mar
Aún sentado contra la borda, la cabeza entre las manos, Castillano luchaba por dar crédito a lo que presenciara. Y a medida que lo repasaba, crecía su horror. No podía apartar de su cabeza la furia de la muchacha, su odio manifiesto, el ensañamiento al pretender condenar a Segovia a esa agonía lenta y dolorosa.
Aún le costaba creer que aquélla fuera su niña.
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