Capítulo 66 Un refugio en la noche
Morris y los demás lograron eludir a las patrullas. Escabulléndose por patios traseros y pasadizos entre las casas, finalmente llegaron a sólo una calle del puerto. Se detuvieron detrás de una taberna a recuperar el aliento. Luego de entregarles la llave, Alonso se había puesto al frente de la búsqueda, y aunque no tuviera pies ni cabeza, era evidente que estaba decidido a recapturarlos y arrojarlos otra vez al calabozo que él mismo los ayudara a abrir.
Intentaban decidir si les convenía aguardar allí hasta que los soldados terminaran de registrar la calle y se marcharan, cuando la puerta posterior de la taberna se abrió. Un hombre salió a vaciar un cubo de desperdicios y se encontró con dos pistolas y tres mosquetes apuntándolo. Para sorpresa de los fugitivos, el hombre no se inmutó. Atisbó más allá de ellos hacia el callejón, les indicó silencio y volvió a entrar.
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