Capítulo 105 La última oportunidad
Marina sintió el cuerpo del español contra el suyo, la mano que dejaba su rodilla para correr por su muslo y alzar los ruedos de su camisa. Allí donde la tocaba, su piel parecía convertirse en fuego. Su vientre parecía quejarse cada vez que él se apretaba contra sus caderas. Se quejaba del vacío, de la ropa entre ellos, reclamaba un calor que nunca había experimentado.
Tironeó de su cabello para que alzara la cara hacia ella. Y el pecho se le quejó también, frío sin sus labios. Castillano la estrechó, besándola con ansia, preguntándose por qué había tanta niña por acariciar, por saborear, por estremecer antes de hacerla suya.
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