Capítulo 86 El golfo de campeche
La estela de la luna cruzaba el Golfo de Campeche en la noche clara y tibia de verano. Marina salió de la cabina y cruzó la cubierta sin prisa. Sus ojos se alzaron hacia la cofa, suspirando al pensar la vista que debía tenerse desde allí arriba. Llegó a proa sin haber hallado a Castillano, lo cual no dejó de sorprenderla. Descansó los brazos en la regala, la vista perdida en los destellos dorados que la luna aún baja arrancaba del mar alrededor del bergantín. No sentía ningún deseo de encerrarse a intentar dormir, porque sabía que no pegaría un ojo. Si tan sólo vistiera ropas más cómodas.
Suspiró como pudo. El corset no le permitía inclinarse para apoyar el mentón en sus manos. Y ese barco no le transmitía absolutamente nada. Sólo era un montón de madera muerta, ensamblada para no hundirse. Se preguntó por el Espectro. Confiaba en que Morris sería un moscardón en la nuca del viejo Lombard, apremiándolo para que concluyera todas las reparaciones. Se detuvo a sacar la cuenta de los días y comprendió que no podía faltar mucho para que estuviera en condiciones de volver a navegar. Bien, al día siguiente debían hallar la forma de enviarle un mensaje al contrabandista de Puerto Plata, para que Morris supiera dónde encontrarlas. Confiaba en que su barco podría cruzar de Tortuga a Campeche en menos de una semana. O Lombard se las vería con la punta de su espada.
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