Capítulo 130 En la estela de la luna
Castillano salió de la cabina, descalzo y aún atándose los pantalones. La dotación nocturna se asomaba por sobre las bordas para mirar hacia atrás.
—¡Barco a popa, León! —le dijo Flores, su segundo, cuando se le unió en el puente—. Y que me cuelguen si no es ese barco filibustero que casi nos hunde.
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