Capítulo 104 En las sombras
Uno de los soldados de guardia era el tal Sánchez, de modo que Alma no tuvo oportunidad de hablar a solas con Castillano. Y él no podía subir a las habitaciones de sus invitadas, porque el entrometido era capaz de seguirlo dentro de cualquier recámara a la que entrara, como solía hacer el gordo Garrido. No tenía más alternativa que aguardar al cambio de guardia, para la hora de la cena. Esa noche le tocaba a Juan Martín, y Castillano no tendría dificultades para ir donde necesitara. Dentro de la casa, por supuesto. Alma sólo pudo anunciarle que el general Segovia estaría a cenar. Al verla subir con su canasto de costura, Castillano aventuró una pregunta casual.
—¿Qué os traéis vosotras allá arriba?
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