Capítulo 64 Ayuda inesperada
Maxó caminaba por el calabozo como una fiera enjaulada, mascullando maldiciones y jurando venganzas que se hacían más retorcidas y sanguinarias con el paso de las horas. Oliver y Gerrit habían recogido la piedra del mensaje de Dolores y la frotaban contra la base de uno de los barrotes del tragaluz, con la exigua esperanza de socavar la argamasa que lo sostenía y poder sacarlo. Después que se llevaran a Marina, Morris se había sentado en el rincón más oscuro, la cabeza entre las manos, y no había vuelto a moverse. Sentado cerca de él, De Neill se entretenía recogiendo hebras de paja sucia del suelo y quebrándolas entre sus dedos hasta convertirlas en polvo, una tras otra.
El día transcurrió en un infierno de lentitud y silencio para los piratas, que se negaban a dar voz a su miedo por el destino de Marina.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread