Capítulo 24 Pasado y futuro
A Marina le costó dominar su curiosidad cuando Claude guió el coche más allá del puerto y las principales tiendas de Cayona. Detrás del promontorio sólo estaban los diques secos del astillero y el barrio más pobre de la colonia. Imaginó que seguramente su madre iba allí como parte de sus actividades de caridad con Fray Bernard, pero que la colgaran si no se escabullía a ver al viejo Lombard mientras su madre visitaba a sus protegidos.
Sin embargo, Claude se dirigió directamente al astillero. Los trabajadores se reunían, disponiéndose a comenzar sus tareas del día, cuando ellas se apearon del coche, y Marina notó de inmediato la forma en que los hombres saludaban a Cecilia. Toda la isla conocía a su madre. Ir con ella a Cayona era siempre como una procesión, pues Cecilia respondía a todos los saludos y se detenía a cruzar una palabra con uno u otro. Pero los trabajadores del astillero le sonreían con familiaridad, como si verla allí fuera algo normal.
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