Capítulo 60 Una procesión accidentada
Morris intentó resistirse cuando lo subieron con los demás a la carreta sin Marina, pero una sola mirada de la muchacha lo contuvo. Y no le quedó más alternativa que ver con angustia cómo enganchaban la cadena de los grilletes de Marina a otra atada a la parte posterior de la carreta.
Alonso hizo que la dotación de la Santísima Trinidad formara detrás de la muchacha, las armas al hombro, y esperó a que la carreta tirada por un buey se pusiera en movimiento. Permitió que se adelantara varios metros y ordenó que se pusieran en marcha, a paso lento para no acortar la distancia. Castillano dejó a su amigo del lado de la calle, con la esperanza de que ver con sus propios ojos lo que estaba por suceder lo iluminara.
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