Capítulo 84 La niña y el león

Allá lejos y hacía tiempo, en Sevilla, al otro lado del mar, un cadete pobre que aspiraba a convertirse en oficial se había prendado de la presuntuosa hija de un rico terrateniente. La había cortejado y ella se lo había permitido, sabiendo que su padre jamás la entregaría a un don nadie sin más títulos o más fortuna que él. Y así había sido. Un día había llegado Don Pedro de Cajal y Salavert, con algo así como dos gotas de sangre azul en sus venas, una fortuna aceptable y una promisoria carrera como funcionario del Rey en el Nuevo Mundo. Y el padre de la niña consentida se había sentado a negociar con él. Menos de un año después la niña dejaba su hogar paterno, convertida en la esposa del nuevo vicegobernador de San Juan de Puerto Rico. Nunca había vuelto a ver ni a saber de su fiel pretendiente, hasta aquella mañana en las calles de Veracruz.