Capítulo 94 Después de la tormenta
Castillano tuvo que quitarse la camisa para que Alma pudiera atender los cortes en sus brazos. Viéndolos, comprendió que no estaba herido de gravedad sólo porque ésa había sido la intención de Marina.
—¿De qué hablaba, Alma? —murmuró, mirando sin ver la mesa frente a él, donde se enfriaba un té de manzanilla que ni siquiera había probado—. ¿Qué era eso que decía de mi padre y de mi abuelo?
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