Capítulo 95 Visitante secreto
Las campanas tocaron la medianoche por toda la ciudad, dormida en la tibia brisa de verano bajo un cielo cuajado de estrellas. Marina había intentado dormir luego del té de hierbas que le llevara una de las doncellas, mas le había resultado imposible.
Al fin se hartó de dar vueltas en la cama y volvió a levantarse. Ya no le quedaban rastros de fiebre, aunque aún no lograba recordar con claridad lo que ocurriera la noche anterior. Sólo guardaba memoria de la pesadilla, en la que se viera a sí misma como su padre yendo en busca de Diego Castillano. Se sentó otra vez en la ventana, todavía intentando encontrar sentido a los fragmentos inconexos que parecían jugar al escondite en su cabeza. Lo único claro que lograba evocar eran las emociones. La ansiedad inicial en contraste con aquella calma calculadora al alcanzar su objetivo. La furia fría que se apoderara de ella al entrar a la casona y confrontar al enemigo de su padre. La satisfacción al herirlo. Y ese dolor ardiente, lacerante, abriéndose paso a través de su cuerpo, desde la espalda hacia el pecho. El mismo dolor que la despertara doce años atrás, la noche que muriera su padre.
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