Capítulo 99 Un mensaje
Agotadas todas las excusas y dilaciones, Dolores no tuvo más opción que aceptar la invitación de Segovia a cenar a solas. Previendo una circunstancia así, el general había declinado alojarse con los demás oficiales como era costumbre de los comandantes solteros, y había logrado que le asignaran la vivienda que ocupara el comandante anterior con su familia. Se trataba de una casa cómoda y fresca en el barrio de Guadalupe, a mitad de camino entre el puerto y la casona de los Castillano.
Así que allí fue Dolores, embutida en el vestido con más broches, cintas y enaguas que encontró en sus arcones, aunque sabía que nada detendría a Segovia si se proponía seriamente llevarla a la cama esa noche. Pero aquél era un riesgo que ella había evaluado y aceptado al reencontrarlo en Veracruz, y se sentía afortunada de haber podido retrasarlo más de dos semanas.
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