Capítulo 150 El corazón de la perla
Lo que explicara Robin semanas atrás, sumado a la advertencia de Marina, le permitieron a Castillano controlar su conmoción al ver a Morris. El joven lo esperaba con su ojo bueno abierto sólo a medias, y movió una mano esquelética, sin uñas, para señalarle una silla. El español la acercó a la cama y se sentó, inclinándose hacia él, porque era evidente que no podía hablar mucho, ni con claridad.
—No vuelvas a… dejarla… —fue lo primero que dijo Morris, en el murmullo enronquecido que le quedaba de voz.
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