Capítulo 21 El corazón del mar
El amanecer descubrió al Soberano flotando en la soledad del mar, aún fondeado donde librara su última batalla. Antes de ir al abordaje del León, Wan Claup había ordenado arriar todo el velamen y soltar dos anclas pequeñas, para que su barco impidiera al guerrero, ligado al Soberano por cables y garfios, maniobrar para poner proa a Cayona. Ahora se mecía suavemente en las aguas calmas, su silueta recortándose negra contra el brillo rutilante del sol que asomaba.
Así lo halló la flotilla filibustera, una docena de barcos de diverso porte que dejó Cayona con la primera luz. Las naves maniobraron para ubicarse alrededor del Soberano, apuntándolo con el bauprés.
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