Capítulo 81 Las torres de san juan
Marina no precisó fingirse tímida cuando desembarcaron en Veracruz, porque nunca antes había visto una ciudad tan grande y populosa. El capitán del mercante le sugirió a Dolores una posada decente y mandó a dos de sus hombres con ellas para guiarlas y cargar con el pesado arcón que traían.
Tan pronto como tuvieron alojamiento, Dolores dejó a Marina en la habitación que compartirían y regresó a la recepción con una carta para el Gran Almirante. Alonso lo conocía personalmente, y se la había dictado a Dolores en Tortuga, redactándola de tal forma para que al menos despertara la curiosidad del funcionario. La española contrató a un mozo de la posada para que la llevara al Almirantazgo y le prometió una moneda de oro si volvía con una respuesta del Gran Almirante.
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