Capítulo 54 El honor del león
Los guardias arrastraron a Marina dentro del pañol y contra la base del mesana. Allí engancharon la cadena de sus grilletes a un garfio que colgaba de otra cadena. El tercer guardia jaló de ella, tensándola hasta que los brazos de Marina quedaron estirados por encima de su cabeza. Pero no se detuvo allí. Siguió jalando con ayuda de los otros dos. Lentamente izaron a Marina contra el mesana, hasta que sus pies no tocaron el suelo.
Al dolor paralizante de su estómago y su costado se le sumaron ramalazos de un dolor ardiente en sus brazos, obligados a soportar todo el peso de su cuerpo.
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