Capítulo 519 Otra intención

Eduardo frunció un poco los labios y, luego, estiró la mano para acomodar la de ella y tomarla mientras entraban. Verlos caminar juntos era un espectáculo para la vista: uno se veía maduro; el otro, con aspecto etéreo. Al anfitrión lo consideraban experimentado, uno acostumbrado a lidiar con distintas situaciones, así que recobró los sentidos; sin embargo, no pudo contener su entusiasmo y sorpresa, los cuales eran evidentes en su tono de voz:  —¡Qué inesperado! ¡El señor Baeza vino con una cita! Regístrese aquí, por favor.