Apolo parpadeó sus ojos y de pronto una mala idea llegó a su mente. Saltó de su silla y se acercó a Daniel.
— ¿Por qué no le das mercancía del juego como regalo? ¿Qué clase de admirador se rehusaría a tener su habitación llena de mercancía del juego? ¡Puedes darle algunas figuras de robot para que la atraigas!
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