Capítulo 973 Morir sin remordimientos
En cuanto ella terminó de hablar, sintió que unos brazos la rodearon por su cintura y como respuesta, se tensó; un segundo después, Jaime la tenía en brazos y con una sonrisa en su cara. En ese momento, ella supo la respuesta; todo su nerviosismo y sus inseguridades se desvanecieron al instante y por fin se sintió aliviada. Se miraron fijo y él hizo un esfuerzo por retener sus emociones, pero las comisuras de su boca continuaron curvándose hacia arriba de forma involuntaria.
―Tienes razón. La jefa fue quien desapareció hace siete años, pero yo fui quien sufrió los daños colaterales. Me hice más tímido e indeciso, lo cual es contrario a cómo debe actuar un hombre. De ahora en adelante, tú serás la cabeza de la familia y tendrás la última decisión en todo. ¡Te amo, Irma Anaya y quiero que seas mía!
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