Capítulo 933 No soy un pervertido
Ninguna mujer podía rechazar las súplicas impotentes de un hombre, sobre todo cuando este era un amigo cercano. Irma era como cualquier otra mujer, así que terminó cediendo a las peticiones de Gregorio. Aun si nadie se pudiera dar cuenta, dentro del exterior duro y frío de Irma había un corazón gentil y bondadoso.
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