—¡Pero qué bola de babosadas! —Agustín movió sus brazos al aire con molestia.
—¿Babosadas? Yo no estoy de humor como para hablar de ese tipo de cosas y tampoco estoy bromeando —dijo Elizabeth de un modo inexpresivo—. En ese caso, lo tomaré como que decidiste quedarte con Frida.
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