Capítulo 14 Tú malentiendes lo que ocurre
Daniel aún no podía creer que Elizabeth tuviera tan buenas habilidades mientras miraba cómo recibía su premio en el escenario. ¡Ella le había dicho con claridad que no sabía mucho!
«¿Habrá estado ocultando sus verdaderos talentos todo este tiempo?»
Elizabeth estaba exhausta una vez que concluyó la ceremonia que parecía que nunca iba a terminar, ella tuvo que mantenerse parada en el escenario y escuchar los comentarios de cierre del director después de que ella terminó su discurso. Eso tomó alrededor de una hora y eso dejó sus piernas adormiladas del cansancio.
Daniel se aproximó a ella con varios ejercicios de la Olimpiada de Matemáticas para ponerla bajo una prueba.
—¡Intenta resolverlos si puedes!
Elizabeth no tenía mucho deseo de hacerlo, pero aun así tomó las hojas y empezó a escribir las respuestas a los ejercicios después de solo haberles dado un vistazo. Daniel estudió la manera que ella los solucionaba y los pasos que tomaba; ella acertó a cada una de las preguntas e incluso dio soluciones que eran mucho más eficientes que las dadas por el modelo de respuesta proporcionado.
Daniel quedó estupefacto y sin palabras; él apuntó a uno de los ejercicios y preguntó:
—Esta era la última pregunta que se nos dio en la Olimpiada de Matemáticas. ¿Por qué no la hiciste cuando es claro que sabes cómo solucionarlo?
El único propósito que tuvo Elizabeth para no solucionarlo era porque ella intencionalmente quería perder unos cuantos puntos, por lo que ella no se molestó en pasar por las preguntas en la última página.
—No tuve tiempo suficiente para responderlo —Elizabeth decidió dejarlo pasar un poco.
La realidad era que Daniel estaba muy sorprendido por Elizabeth muy dentro de su interior, pero él no permitió que se mostrara en el exterior. Daniel le dijo:
—Seré tan bueno como tú una vez que me ponga a trabajar duro, así que no creas que ya eres lo máximo.
Por el otro lado, Josué estaba lleno de alegría después de haber observado la ceremonia de premiación.
—¡Enorgulleciste a la familia, Elizabeth! —lo único que ella pudo hacer fue sonreír de manera incómoda como respuesta. —En ese caso, tú le podrías dar tutorías a Daniel y darle unas cuantas lecciones más.
—A mí no me molesta la idea; claro, siempre y cuando Daniel esté dispuesto a tenerme como su tutora —Elizabeth le permitió a Daniel tener la última palabra.
Daniel respondió de manera segura:
—Me podría ir mejor si empiezo a estudiar con mayor seriedad, abuelo.
—Yo sé que sí, pero…
Daniel hizo su mejor intento para discutir con su abuelo, pero en poco tiempo fue convencido por Josué en tomar lecciones de matemáticas de Elizabeth todos los días.
…
—Nuevo ejercicio, resuélvelo.
—Puaj —Daniel se quejaba el silencio cuando abría el libro de ejercicio que Elizabeth mandó en su dirección; después de darle un vistazo a la pregunta, él dijo con total libertad:
—Como una persona que tiene una inteligencia tan superior, yo no me puedo molestarme en solucionar tal tipo de preguntas después de haber pasado tanto tiempo en tutorías.
Elizabeth encogió los hombros; ella ya estaba rendida, así que dijo:
—Pero qué engreído.
Después de la escuela, Daniel se acercó a Elizabeth cuando la vio irse del salón de clases por su cuenta y la siguió para decirle:
—Mi hermano vendrá por nosotros en poco tiempo, ¿hacia dónde vas?
—¿A caso no puedo ir a hacer mis necesidades? —Elizabeth se sintió fastidiada cuando los alumnos a su alrededor empezaron a contar chismes a modo de susurros.
«¿Mi permiso? Te lo puedo dar con todo gusto si eso quieres».
No obstante, ella solo podía decirse eso en su cabeza. De haberlo hecho en voz alta, sería de esperar que terminara ahogada entre los escupitajos de todas las chicas fanáticas que ven a Daniel como su ídolo.
—Entonces me iré yo primero. Te esperaré por la entrada de la escuela.
Elizabeth lo ignoró y siguió caminando, de repente vio a Nicole cuando dio un giro a una dirección.
—¿Qué sucede? ¿Por qué querías verme? —Elizabeth había recibido una nota de Nicole hace unos momentos antes de que las clases concluyeran, por lo que ella fue a encontrarse con ella.
Los ojos de Nicole empezaron a lagrimar de manera pretenciosa mientras que lloriqueaba:
—No dejo de ver que tú y Daniel se la pasan juntos. ¿Él te gusta?
Elizabeth se sintió un poco molesta por su pregunta.
—Tú malentiendes lo que ocurre.
Nicole se aguantó las lágrimas y dio unos pequeños sobresaltos por un momento para luego responder:
—¿Entonces a ti no te gusta Daniel?
Cuando ella vio que Elizabeth asintió como respuesta, tomó una postura avergonzada y preguntó con timidez:
—En ese caso, ¿me podrías ayudar a que yo pueda estar con él?
Nicole era la mejor estudiante de la escuela, por lo que si ella en verdad lograba estar junto a Daniel, Elizabeth ya no tendría que seguir dándole tutorías.
—¿Cómo te puedo ayudar? —Elizabeth ladeó su cabeza y mantuvo su mirada fija en Nicole.
Ahora que Elizabeth aceptó ayudarla, Nicole se dio la vuelta con una sonrisa de satisfacción porque su plan iba como ella lo esperaba.
—Hay que ir a un lugar donde no haya tanto ruido, tampoco te puedo contar los detalles con tanta gente cerca.
Elizabeth no logró ver el rostro de Nicole, por lo que ella la siguió a sus espaldas sin sospechar de algo.