Capítulo 837 En la misma situación
Jaime estaba parado a un lado de una mesa en el quirófano con su pierna herida encima de una silla. Una de las enfermeras le había roto el pantalón para facilitar el tratamiento. Cuando la herida quedó expuesta, ella no pudo evitar hacer una expresión de terror, pues el estado de la herida era un desastre de sangre. Al final, necesitó catorce puntadas para que la herida cerrara por completo. Cuando Daniel llegó, Jaime estaba sentado en la mesa, limpiándose el sudor.
—¿Cómo están las cosas por allá? —dijo Jaime de forma casual mientras miraba a Daniel con descaro.
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