Capítulo 40 Un castigo de un justo héroe
Por ello, ambas conversaron y se rieron mientras se dirigían al edificio escolar. Ximena las vio de lejos y las siguió hasta el salón de clases antes de tomar su asiento de manera casual mientras a ratos volteaba a ver a Elizabeth. Por otro lado, Elizabeth le enseñó con atención a Micaela a resolver los problemas y, como los métodos de Elizabeth eran claros y concisos, le fue fácil entender el concepto después de oírlo una sola vez.
—Elizabeth, eres asombrosa. Tu método es mucho más sencillo que el que nos enseñó el profesor de matemáticas.
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