Capítulo 469 La familia olvidada
Raúl lo observó por un mucho tiempo, pero por alguna razón no pudo decir ni una palabra. Debido a que los dos eran hombres, él supo con claridad que lo que dijo Alexánder era una promesa genuina y no una vacía cuando juró que protegería la sonrisa de Elizabeth. En ese mismo instante, pareció que él no pudo sentirse mucho más viejo. Tal vez, en realidad, él había sido viejo por muchos años para ese punto, tan anciano que se había vuelto mucho más tímido que una rata, a la que le daba miedo cualquier cosa que viniera en su dirección. Durante todo ese tiempo, él estuvo rezando por la estabilidad que había apagado todo lo que fuera remoto en sus ojos. Tal vez Alexánder tenía razón; la estabilidad temporal no se podía intercambiar por seguridad eterna. Nadie podía saber qué era lo que el futuro tenía preparado, por lo que tal vez era hora de vivir con mayor libertad y de disfrutar cada momento, en vez de vivir una vida llena de miedo. A pesar de que ellos eran seniles, no debían permitir que Elizabeth viviera una vida monótona y sin propósito como ellos lo hicieron. En ese preciso momento, la única persona que sabía cómo era vivir en los zapatos de Elizabeth era Alexánder, el cual se encontraba parado justo en frente de él.
La preocupación en el rostro de Raúl disminuía poco a poco mientras asentía, pues había encontrado a una persona que podía amar a su nieta más de lo que ellos podían.
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