Capítulo 288 Bajarle un poco los ánimos
—¡Esas son estupideces! —dijo Alicia mientras pisoteaba sus pies y regañaba a Adilene mientras la apuntaba—. A Elizabeth le gusta hablar de las personas a sus espaldas, y, tú, como su amiga, ¡eres igual! Ya sabes lo que dicen; Dios los cría y ellos se juntan.
Cuando Adilene estaba por responder, una voz masculina magnética sonó de repente desde atrás de la multitud.
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