Capítulo 35 Un alboroto
Elizabeth se paró junto a un estanque que estaba en el jardín gigantesco de la residencia de los Galicia, estaba disfrutando de la brisa que soplaba en su cara aquella tarde. Justo cuando se sentó en la banca, Jaime salió de la nada y le dio unas palmadas en la espalda antes de sentarse a su lado.
―Jefa, ¿viniste aquí a esconderte?
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