La Señora Valle hizo un movimiento afirmativo con la cabeza. Queta, que estaba a un lado, tenía un vaso de agua en la mano. Le dio a Santi un sorbo de agua, mientras él sollozaba un poco. Los ojos de Santi se habían hinchado de tanto llorar desde que llegó a casa. Su voz se había vuelto ronca. Queta se sintió angustiada al verlo en ese estado. Le dio unas suaves palmaditas en la espalda y lo consoló con voz suave.
Santi se había cansado de tanto gritar y llorar. Sus párpados se sentían pesados y estaban caídos en este momento. Pensó aturdido que Queta era Marina. Le agarró la mano con fuerza. Murmuró un poco con los labios fruncidos:
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